Paco hace cuentas mientras toma una cerveza con limón.
Desgraciadamente la mayoría de las veces que las personas echamos cuentas es
porque los números no cuadran. Contamos dinero virtual, pero en realidad bajo
esos números se aloja la angustia, la desazón, la inquietud y a veces hasta el
miedo.
Paco no fuma
pero hoy fumaría. Sale a la micro terraza de su mini casa y se apoya en la
barandilla, meditabundo. Es reflexivo, es cabal Paco, no se ha tirado ni una
vez en su vida sin paracaídas. Se debate, se rebate, los números y las razones
parecen escaparse por un segundo. Da la espalda a la vista de la calle y
contempla el interior del salón, ahora ridículamente invadido por una cama de
matrimonio. Por un segundo, sonríe ante su propia locura, ante su propia
osadía. Y entonces decide que las cuentas no cuentan con los hermanos, con los
padres, con los amigos. Que las cuentas no saben de pasiones ni entregas ni de
abnegaciones ni devociones. Paco va a lanzarse, pero hoy, antes, entra en el
salón y se prepara para dormir.
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El día anterior
por la mañana comenzó pronto. Suena el telefonillo y su hermano aparece en la
puerta, gruñendo, mascullando. Entre los dos comienzan a retirar cosas del
salón, la mesa, las sillas, el aparador...El hueco, el vacío dejado es ocupado
por la cama que estaba en la otra habitación de la casa. Al terminar, ambos
contemplan el aspecto de la sala y el hermano masculla: No va a funcionar. Paco
calla un momento. Sabe que no pero... ¿y si?
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El aroma del
café recién hecho llena la minúscula cocina-pasillo donde Paco ha colocado tres
sillas. Suena la puerta, él se muerde de nuevo el labio, dibuja una sonrisa y
abre la puerta. Las psicólogas entran, no quieren sentarse, quieren ver la
casa. Paco les enseña la habitación, su habitación vacía. A ellas las gusta, y
él se ilusiona. El baño, la cocina, y por último el salón/habitación. Ellas se
miran, al principio como confundidas, hasta que una de ellas rompe el silencio.
- Paco, esto no
es una habitación. Es el salón. Si quieres iniciar un proceso de adopción,
necesitas dos habitaciones, una para el futuro adoptado y otra para ti. Y un
salón o un cuarto donde pueda jugar, hacer los deberes, ver la tele, hacer vida
familiar.
- Paco, estás
capacitado para el proceso, pero necesitas otra casa, un hogar que acoja al
crío. Aguantaremos la decisión hasta que la tengas o desistas. Buenas tardes.
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Cuatro días
después suena el telefonillo, y el padre de Paco aparece, gruñendo,
mascullando. Abajo, en la calle, el hermano y un amigo gruñen, mascullan, la
furgoneta alquilada abierta. Comienza la mudanza. Esa misma noche al cerrar por
última vez la puerta de su primera casa, Paco siente como si la traicionara,
como si la abandonase por perseguir un sueño. Durante la noche, tumbado en la
cama que dos noches antes estaba en una habitación, anoche estaba en un salón,
y hoy es el único mueble de una nueva morada, Paco siente el pinchazo de la
pena, la quemazón de la incertidumbre, y el nerviosismo de la espera.
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Un mes después,
un mes como un año, como una década, Paco tiene los papeles en regla. El último
esfuerzo, pedir a los amigos una pequeña aportación para pagar la sangrante
traducción al idioma del país donante de todo el expediente a enviar. Y es que
las cuentas, frías como casi siempre, no habían terminado nunca de cuadrar.
La funcionaria
sella el abultado sobre con los documentos, y lo deposita en una valija. Así,
sin más, comienza una espera que inunda la vida de Paco, que momentáneamente la
paraliza, la subyuga.
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"Estimado Sr. Paco:
La legislación, el régimen de regulación de
adopciones en nuestro país ha cambiado, y ya no autoriza llevar adelante
procesos de adopción a familias monoparentales. Atentamente..."
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Paco tiene un
gato. Y por una razón justa pero misteriosa el gato adora a Paco. Las cuentas
salieron, salieron bien, desafiaron a todo, se ajustaron. Los amigos, los
padres, el hermano...todos están, siguen. Y sigue la cama, la que viajó, la que
tuvo tres habitaciones en tres días.
Pero cada vez
que un padre o una madre hacen daño a sus hijos, cada vez que escucho cosas
atroces que ocurren en el mundo y ocurren muchas, no puedo evitar pensar porqué
Paco tiene que tener un gato, y no un precioso loco bajito.